Las compañías tecnológicas, lejos de centrarse en exclusiva en el crecimiento exponencial, han apostado en los últimos años por dotar a sus trabajadores de una infraestructura de trabajo amigable, familiar y con una amplia carta de servicios, destinados muchos de ellos al esparcimiento. El culmen de esta revolucionaria idea es Apple Park, un centro de trabajo que se alza imponente en la bahía de San Francisco, confluyendo a la perfección con esa marcada identidad suburbana que caracteriza al parque tecnológico. La tendencia actual es la de deslocalizar los campus corporativos a las áreas metropolitanas, sin embargo, en Silicon Valley, se muestran reacios a esta idea.
Privilegiada ubicación
Se levanta sobre los antiguos terrenos de la sede de Hewlett Packard, describiendo una forma circular perfecta, en armonía con el medio natural, sugiriendo la idea de unidad y perfección, dos estandartes que Apple ha sabido llevar hasta las últimas consecuencias. La parcela tiene un total de 70 hectáreas, las mismas que con un criterio ecologista y sostenible, han sabido vestir con más de 9.000 árboles, todos ellos resistentes a las sequías, con el objetivo de minimizar el impacto hídrico del complejo.
El mundo de las ideas está en constante efervescencia, y como es permeable por definición, requiere de ecosistemas donde los diferentes agentes se puedan intercomunicar. En el edificio de Cupertino, esto trasluce en la Universidad de Stanford, que se encuentra en sus inmediaciones, además de otras empresas de hardware y software. Steve Jobs, artífice intelectual del gran anillo de hormigón, expresó que su voluntad fue que los valores de la empresa pudieran permanecer visibles a través de Apple Park.
Apple Park en cifras
Para su diseño, el mismo Jobs personalmente escogió al estudio de arquitectura Foster + Partners, ya que los consideraba los mejores del mundo. Para realización de este faraónico trabajo, Norma Foster, el arquitecto jefe, trabajó estrechamente con el que fuera CEO de Apple. El coste total del proyecto ascendió a 5.000 millones de dólares. Todo esto se deja entrever la calidad del diseño, la tención máxima al detalle, y las enormes vidrieras que cada mañana regalan luz natural a sus más de 12.000 empleados.
Los empleados se distribuyen en diferentes departamentos, que prescinden de jerarquía entre ellos, algo que viene a demostrar el espíritu democrático que caracteriza a la empresa. Asimismo, es cierto que existen departamentos de alto secreto, donde se guardan bajo estrictos controles de seguridad aquellas ideas que aún se están incubando y prometen ser revolucionarias. Es sabido que Silicon Valley no es ajeno al espionaje industrial, por lo que toda precaución es poca.
Destacar, también, que sus muros dan cobijo al Teatro Steve Jobs, que está dotado con 1.000 plazas, y que es testigo de los últimos y más novedosos lanzamientos de la compañía. Sin lugar a dudas, un icono arquitectónico atemporal que tiene la suerte de albergar a un gran equipo humano que está siempre a la vanguardia en lo que se refiere a la tecnología de consumo.